viernes, 27 de noviembre de 2009

Wishlist para ser resuelto de inmediato

- Una gran taza de Tazo Passion Tea. He desarrollado una adicción mal sana hacia él. Mmm, qué rico.
- Tres kilos menos, puedo ubicar exactamente en dónde están localizados. Debo sacarlos de ahí, cueste lo que cueste, pero si fuera inmediato, sería mejor.
- Un pasaje redondo a Nueva York para ver el árbol en Rockefeller Center (ya sé, soy una cursi, I don't give a shit), los aparadores de Saks y tomarme un chocolate caliente de Dean and De Luca. Luego ir por un falafel a Chickpea, caminar entre las calles mientras sale el humo de los respiraderos del metro, deleitarse con el olor de nueces y castañas asadas y finalizar el día con un postre de Rice to Riches. Todo eso, ahora, por favor. (I'm a fucking walking cliché, I know...)
- Que mi wishlist de amazon también se materialice en la puerta de mi casa.
- Todos los artículos en existencia de Yoshitomo Nara, especialmente "The pup in the cup". Aaah, suspiros.
- Levantarme y descubrir que sé cocinar perfecto, que no quemo ni salo las cosas, ése sería EL MEJOR regalo.
- A la par de la habilidad anterior, volverme súbitamente buena para las manualidades, y que todos mis proyectos que estoy empezando, me queden como la foto del libro, no como un bicho amorfo.
-Y lo más importante, deseo con todas mis fuerzas, tener más paciencia, más tolerancia, lo cual derivaría, evidentemente, en ser una mejor persona (suspiros infinitos...)

domingo, 22 de noviembre de 2009

El síndrome José Alfredo

No puedo hablar mucho de otras culturas por desconocimiento, obviamente (a ver, mi querida D. si me ilustras sobre tu gente), pero al menos en este país, ay guey, cómo nos gusta el flagelo. Prueba fidedigna de ello es algo tan simple  como eso que se llama "la canción popular ranchera".
C. mi amiga y yo usábamos (y aún lo hacemos pero -afortunadamente- con mucha menor frecuencia) el término "Síndrome José Alfredo Jiménez", mismo que le da título a este post, para hablar de esos momentos de bajón emocional en la vida en los cuales a la menor provocación (musical) y en la mayoría de los casos, con unos fuertecitos encima,  sale el charro cantor que todos llevamos dentro y empezamos a despepitar puras tragedias amorosas. Y para lamentarse fracasos amorosos y remover casi con masoquismo y saña las penas amorosas, nada como el mismísimo José Alfredo Jiménez y sus letras de despecho, abandono, orgullo, rencor y demás bonitos sentimientos en contra de la pérfida o el desgraciado en cuestión. Una vez en una charla Germán Dehesa hablaba de algo similar y decía que en verdad, trasladáramos varias letras de las canciones de Jiménez a una realidad tangible. Imagínense la de "Pa' todo el año", esa parte que dice: "Si te cuentan que me vieron muy borracho, orgullosamente diles que es por mi". Ahora piensen en esta escena: están en un restaurante con sus amigos(as) y de pronto pasa el o la ex por la banqueta, vomitado, hecho una piltrafa y cayéndose de borracho. ¿A poco ustedes les dirían orgullosísimamente a sus cuates: "Miren, gueyes, esa vieja que está ahí a punto de la cirrosis... está así por mi"? o una vieja a sus amigas: ¿ven a ese guey tirado en la banqueta inconsciente de pedo? "YO lo dejé así". No, neta eso no está bien.
Pero bueno, todo aquel que haya ido a una cantina, sabe de qué hablo. Ya una vez que el fuerte empezó a correr, cantamos a todo pulmón y nos cortamos las venas aunque sea mentalmente. Creo que es parte de esa naturaleza aferrada y chafa que no nos deja avanzar, pero que también forma parte de quienes somos, y ah, cómo lo disfrutamos. Y si no, nomás piensen en "La Cama de Piedra" de Cuco Sánchez (si Cuco hubiera ido al shrink, éste se hubiera hecho millonario, me cae), "Pa' todo el año", "Ella", "Paloma negra" y un infinito etcétera de José Alfredo Jiménez y de ahí pa'l real... ¿Qué tal "En el último trago"? Tómate esta botella conmigo, y en el último trago nos vamos, quiero ver a qué sabe tu olvido... esta noche no voy a rogarte, esta noche te vas de deveras... nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores, otra vez a brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores" ¿NO LES DIGO?


Para muestra, un botón... "En el borde de la vida y la muerte, nos vamos bailando la suerte, de este pobre corazón" (!!!)


domingo, 8 de noviembre de 2009

Antes y ahora

Antes: mix tape, horas pensando qué poner, cómo combinarlo, incluso si hacerle dibujillos artísticos al forro del casette, que en muchos casos, era Memorex.
Ahora: si bien te va, playlist del Ipod.

Antes: brincar cada vez que sonaba el teléfono, pensar "cuándo llamará" o de plano quedarse esperando una llamada que nunca iba a suceder.
Ahora: nada de misterios, el id caller del celular o teléfono en casa lo dice todo y si no lo dice, siempre puedes toparlo en msn, en skype, saber de su vida por twitter, facebook o su blog.

Antes: tomar una foto y esperar hasta revelarla para saber si quedó padre o no. Cuando te las daban recién impresas, todavía olían a líquido revelador. Juntarse con los cuates a ver las fotos de la fiesta. Que se quedaran marcados los dedos de todos en las fotos.
Ahora: tomar y borrar si no salió bien y volver a tomar y volver a borrar, y en menos de 24 horas, subir un álbum a FB o a Flickr o a Fotolog para que todo mundo las vea desde la comodidad de su casa.

Antes: Ir a la tienda a buscar discos, esperar a que llegara, abrirlo, ver el arte.
Ahora: fucking Limewire o en el mejor de los casos Itunes.

Antes: pasar horas descifrando la letra de una canción, escribir cualquier cantidad de tonterías en vez de los "lyrics" precisos.
Ahora: entrar a google, hacer la búsqueda del título o aún mejor, abrir Shazam y encontrar la letra, el autor, bla, bla.

Antes: enviar cartas, pensarlas dos veces, elegir el papel, el sobre, emocionarse porque se recibía una carta (¿hace cuándo no recibes una carta que sea para ti de un amigo o familiar, no algo del banco, gobierno, etc.)
Ahora: con darle send basta.

Antes: tener un diario con llavecita, candado y todo. Pegar en él boletos de cine, cartas, miles de recuerdos.
Ahora: vive le blog....

sábado, 7 de noviembre de 2009

Cuarenta años...

Mis papás van a cumplir el 29 de noviembre cuarenta años de casados. ¡¡Cuarenta!! yo, que soy tan propia y tan educada (ajá), sólo atino a decir: ¡no mamar! Cuarenta años es muchísimo. En esa cantidad de tiempo se pueden hacer innumerable cantidad de cosas, desde tener cerca de veinticinco hijos (si alguien resiste eso) hasta hacer un país, ganar guerras, construir vías de tren, dirigir supongo que cerca de 15 películas (aunque si son de las de Los Hermanos Almada yo creo que como 40), en fin. Y desde que racionalicé este acontecimiento, me la he pasado pensando en eso todo el tiempo. El número 40 me acompaña y me da vueltas en la cabeza, cuarenta, cuarenta, cuarenta... it's just too fucking much.
Me acuerdo que en la prepa teníamos una compañerita llamada Edna Suzette (cuyo sólo nombre nos ha brindado horas y horas de sanísimo esparcimiento -a sus costillas, por supuesto-). Bueno, el tema es que los abuelos de Edna iban a cumplir 70 años de casados. Su abuela tenía 86 (la casaron de 16) y el abuelo 87. Toda la familia se habia reunido y la fiesta iba a ser casi un bacanal. Desde la clásica y sufrida misa para dar gracias a la Guadalupeitor, hasta el mariachi, vestido largo, menú en tres tiempos y demás. Y cuál va siendo la desgracia que dos días antes de la fiesta, Don Abuelito pasa a mejor vida. Al menos fue durmiendo. Toda la familia entró en shock, del cual se tardó varias semanas en recuperarse. Por supuesto, la fiesta fue suspendida. Setenta años de casado, es casi el doble de lo que cumpliran mis papás.

Cuarenta años junto a una misma persona suena bien fuerte. Denso. Yo quisiera ser de esos románticos (yo soy de esos amantes a la antigua, que suelen todavía llevar flores) que dicen: "Encontraron al compañero de su vida, bla, bla". Nah, yo no soy de esos. No tengo tanto corazón. Creo que no existe un sólo compañero de vida, en la misma medida en que no nacimos para ser una sola cosa toda la vida. Podemos cambiar de oficio, profesión y hobbies cuantas veces queramos. Nuestro intelecto nos da para eso y más. Por eso mismo, década tras década despertando junto a la misma persona no debe ser algo fácil.... requiere algo mucho más que amor y paciencia, supongo. Para empezar, tamaños, porque de otro modo, no veo cómo...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

O-DIO

1. Tener que llamar al centro de atención a clientes de cualquier compañía. Esas opciones de conmutador me matan. Transgreden la paciencia de cualquiera.
2. Darme cuenta que al paso de los años mi salud se vuelve más frágil y que mi sinusitis será un karma que me va a acompañar el resto de mis días, cada vez de peor manera.
3. La televisión local. ¿Por qué los dueños de las televisoras suponen que somos retrasados mentales?
4. Los noticieros. Con excepción del de Loret de Mola, porque he soñado varias veces que es mi novio, ja.
5. Volar. Regreso al punto dos. Mientras más años tengo, más miedosa me he vuelto para volar. Ya no aguanto nada.
6. Los mariscos. Me da envidia la gente a la que sí le gustan. Me gustaría curarme una cruda con unos camarones y un aguachile. Pero los odio. Ni modo.
7. Los malacopa que gritan y manotean. Ya sé que es un clásico estado del pedote, pero me caen gordos. Hasta yo me caigo gorda cuando hago eso.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Los chicos

El título de este post me lo robo, o más bien se lo tomo prestado a una canción de Calamaro. Hoy que acá festejamos-celebramos-recordamos a los muertos, me he pasado el día (en realidad desde ayer empecé) acordándome de los que ya se fueron. Como todos, yo también tengo mi lista de muertitos, unos más viejos, otros extraordinariamente jóvenes y a los que nunca vamos a dejar de extrañar porque no hay lógica que nos haga entender su partida.
Me parece que la primera vez que sentí a la huesuda caminando cerca fue cuando se murío mi abuela materna. Ya no era tan chica, pero realmente antes de eso no había sentido el rigor durísimo de despedir a alguien. Los velorios nunca me han gustado, y aunque dicen que emocional y psicológicamente son muy útiles  porque le ayudan a los "deudos" (no me gusta esta palabra) a despedirse y darle cierre al asunto (closure como dicen los vecinos del Norte), la neta son espantosos. Al menos ahora en muchas funerarias ya no permiten a la familia quedarse por la noche y cierran el changarro. Menos mal, porque además de la pena que se sufre porque se murió la Tita Jovita (¡¡de 106 años!!) hay que estar ahí toda la noche aguantando a los tíos pedotes contando chistes y a las comadres de Doña Jovita que lloran y lloran.

En fin, me desvié. El asunto es que en estos días, con los altares, que me parecen tan preciosos, las flores y el pan de muerto, me da por acordarme de todos, pero de unos más que de otros. En especial, como cada año, como cada junio, como cada enero, me acuerdo de Amando. Un hermano por elección que tuve, una persona que nunca irradió más que alegría. A mi me caga esa onda de: te mando luz, y mucha luz y fuerza y todo eso, me parece bullshit, pero juro que en verdad, nunca he conocido a nadie que hubiese tenido esa luz, real, casi tangible. Esa sonrisa extraordinaria, a pesar de todo lo malo, verdaderamente terrible, que le sucedió en los últimos años de su vida; ese buen humor que, me consta, nunca se mermó.

Amando tenía un Datsun como del 70 en el cual navegamos las calles de esta ciudad, escuchando a todo volumen Héroes del Silencio, The Doors, Zeppelin. Él me llevó a escalar por primera vez en la Huasteca, me llevó a rapelear, a recorrer pozas y fue también quien me cargó, ayudó y animó cuando me accidenté. Yo fuí la primera persona a quien le dijo que iba a ser papá, mientras nos comíamos como una docena de donas de Dunkin Donuts, mismas que casi se me atoran de la impresión que me llevé. Por eso no pude verlo cuando ya estaba inconsciente sin reconocer a nadie. No pude ir a despedirme, porque no quería tener esa imagen de él. Creo que fue en parte eso y en parte cobardía de no poder enfrentar la realidad. Aún hoy, tantos años después, sigo soñando con él y sigo pensando que está en una de sus múltiples aventuras (como cuando se fue a Escocia) y que cualquier día de estos, lo toparé manejando su Datsun color crema a toda velocidad.

Para él, para el Mapa, para Rodrigo, Iñaki, Matilde, Lorenzo y todos los demás que están en mi lista, los que siempre serán "los chicos" porque vivirán para siempre, un altar con muchas flores de cempasúchil, éste y todos los noviembres.


pd. Si alguien los ve pronto, dénle un abrazo muy largo, a mis amigos que se fueron primero...