miércoles, 28 de octubre de 2009

El terror de la cuadra

Cuando era una niña, formé parte de una pandilla. En realidad jamás fuímos una pandilla de niños maleantes ni éramos el azote de la cuadra (es más, dudo que alguien en la cuadra nos tirara un lazo) pero mis compañeros y yo bautizamos a nuestro grupo como "La Banda Buri-Buri". No sé de dónde salió el nombre ni si tenía un significado, pero éramos cinco miembros, tres hermanos de una familia y dos hermanas de otra (la mía). El más grande le llevaba 6 años a la más chica que era yo, pero no se notaban tanto, porque éramos solidarios y ligeramente aventureros. Además de ser vecinos, los hermanos V. y nosotras nos conocíamos desde literalmente, toda la vida, pues crecimos juntos. Usualmente salíamos a patrullar el vecindario en nuestras bicicletas (la mía era la única que tenía rueditas aún). La ciudad de México era entonces otra historia, en donde cinco chicos de entre 9 y 15 años podían andar un domingo en la tarde paseando tranquilamente por las cuadras aledañas a su casa. Conocíamos al resto de los chavos de nuestra edad en la cuadra, pero ninguno tuvo cabida en nuestra palomilla.
La Banda Buri-Buri compartió enormes dichas junta, desde esos típicos paseos dominicales, hasta picnics en el bosque, viernes de atascones de pizza en Tony's Pizza o Pizza Pol y deliciosa comida china en el China Girl, con té de jazmín incluída. Donde antes estaba Tony's Pizza, lugar de las mejores pizzas de Polanco, ahora se erige el Hotel Habita, tan chic. La última vez que chequé, Pizza Pol seguia ahí, pero yo no he vuelto desde hace cerca de veinte años. Hace poco fuí al China Girl, aunque no el de Polanco, y pasé toda la comida teniendo flashbacks de mi infancia/pubertad.
La banda Buri-Buri también viajó, principalmente a Cuernavaca, adoptó un perro, grabó casettes, hizo múltiples ventas de garage, se emborrachó a escondidas, montó obras de teatro, estuvo a punto de ser vacunada contra la rabia porque nuestro perro se nos murió -y no sabíamos de qué-  y tronó una significativa cantidad de cuetes, travesura que casi le cuesta la mano a uno de sus miembros.
Los Buri-Buri tienen muchos años de no estar reunidos todos al mismo tiempo, pues ya todos quedamos regados en diferentes partes del mundo, algunos más lejos que otros. Sin embargo, estoy segura que todos guardamos en alguna esquina de nuestra memoria esos días en que la vida era más fácil, la diversión más barata y los sueños no se veían tan lejanos...

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